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Una alegría posible   versione testuale
En la homilía de la Misa de Guayaquil el Papa Francisco habló de las heridas de la familia: "Recuperar la alegría con la ayuda de María"


"Volver a encontrar la alegría en la familia es posible con la ayuda de María": fueron las palabras que el Papa Francisco en la misa de Guayaquil dirigió a las numerosas familias heridas.
 
"Cuántos de nuestros adolescentes y jóvenes perciben que en sus casas hace rato que ya no hay de ese vino. Cuánta mujer sola y entristecida se pregunta cuándo el amor se fue, cuándo el amor se escurrió de su vida. Cuántos ancianos se sienten dejados fuera de la fiesta de sus familias, arrinconados y ya sin beber del amor cotidiano, de sus hijos, de sus nietos, de sus bisnietos. También la carencia de ese vino puede ser el efecto de la falta de trabajo, de las enfermedades, situaciones problemáticas que nuestras familias en todo el mundo atraviesan".
En estos contextos María, "madre cariñosa", se dirige con confianza a Jesús y reza para que Él intervenga, continuó el Papa refiriéndose al pasaje del milagro de las bodas de Caná. El Papa Francisco citó las tres palabras que se aprenden en la familia: permiso, perdón, gracias. "Pequeños gestos" que, subrayó, "ayudan a construir", sobre todo ahí donde hay un gran sufrimiento. "La familia - dijo - es el hospital más cercano, cuando uno está enfermo lo cuidan ahí mientras se puede. La familia es la primera escuela de los niños, es el grupo de referencia imprescindible para los jóvenes, es el mejor asilo para los ancianos".
"La familia constituye la gran «riqueza social», que otras instituciones no pueden sustituir, que debe ser ayudada y potenciada, para no perder nunca el justo sentido de los servicios que la sociedad presta a sus los ciudadanos. En efecto, estos servicios que la sociedad presta a los ciudadanos no son una forma de limosna, sino una verdadera «deuda social» respecto a la institución familiar, que es la base y la que tanto aporta al bien común de todos".
Finalmente, el Papa invitó a que se rezara por el Sínodo de octubre, en el que se va a tratar de "encontrar soluciones y ayudas concretas", para que " aun aquello que nos parezca impuro," o nos escandalice o nos espante " Dios –haciéndolo pasar por su «hora»– lo pueda transformar en milagro. La familia hoy necesita de este milagro".
 
 
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