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Un sagrado don   versione testuale
El mensaje de Mons. Paglia para la primera etapa del proyecto "El gran misterio", en la Sagrada Familia de Barcelona


"El hombre y la mujer unidos para formar la familia: esto es lo que "estaba muy bien", el "gran don de Dios a la creación". Y a la familia Dios le confía dos tareas: la generación de la vida y la responsabilidad de toda la creación ". La familia, que " junto a Dios ha de presidir la historia humana, no prevaricarla, sino servirla, no echarla a perder, sino hacerla aún más hermosa". La Familia, "a imagen de Dios" es por lo tanto "sagrada", capaz de "transmitir algo del misterio de Dios", "revela su designio, revela la fuerza de la comunión que empuja a ir más allá de sí mismo y de sí misma". Con el primer capítulo del Génesis, monseñor Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la Familia, comenzó su mensaje que envió con motivo del concierto de Andrea Bocelli, que tuvo lugar el 28 de mayo en la Sagrada Familia de Barcelona, la primera etapa del proyecto "El gran misterio. El Evangelio de la familia, escuela de humanidad para nuestros tiempos".
 
"El apóstol Pablo, escrutando este misterio primordial a la luz de Jesús, ve en el amor entre un hombre y una mujer el amor de Cristo por su Iglesia: el gran misterio (Ef 5:32). La familia es sagrada, cada familia es sagrada, es decir, reveladora de Dios. Ella se ocupa de transmitir a la historia humana la presencia de Dios, como la Sagrada Familia de Nazaret, que da a luz al Verbo Encarnado".
"Esta tarde todos estamos invitados a situarnos de alguna manera del lado de Dios" para poder así "contemplar la belleza de la Sagrada Familia" en un contexto, la iglesia de Gaudí, que recoge "toda la historia de la salvación recopilándola en todo lo vivido por la Sagrada Familia". Mi pensamiento se dirige a "todas las familias del mundo, especialmente aquellas marcadas por la ferocidad de la historia y por el egoísmo de los hombres". La celebración se ofreció "por toda la sociedad humana, que está olvidando la relacional inherente que caracteriza al ser humano, condenándolo de hecho, a una soledad estéril y triste. Los hombres de hoy en día necesitan redescubrirse a sí mismos, en sus relaciones fraternales, amorosas, paternales, filiales, sociales. En el misterio del amor podemos redescubrir la dimensión filial que hace de todos nosotros hijos de Dios Padre y miembros de su gran familia que -concluyó - es la Iglesia".
 
 
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