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La familia en el Sínodo/13   versione testuale
Martes, 16

De la intervención de MONS. LUCAS LY JINGFENG, OBISPO DE FENGXIANG [SHAANXI] (CHINA)

Quiero decir que nuestra Iglesia en China y en especial los laicos, han custodiado siempre la piedad, la fidelidad, la sinceridad y la devoción de los primeros cristianos, a pesar de haber soportado cincuenta años de persecuciones. Deseo añadir que ruego a Dios Omnipotente, intensa y constantemente, para que nuestra piedad, fidelidad, sinceridad y devoción puedan rectificar la tibieza, la infidelidad y la secularización que han surgido en el exterior.
En las iglesias fuera de China muchos clérigos se han contagiado de la tibieza, la infidelidad y la secularización de los fieles. Por el contrario, en la iglesia china, los laicos son más píos que los religiosos. 'No pueden quizás la piedad, la fidelidad, la sinceridad y la devoción de los cristianos laicos chinos sacudir a los religiosos en el exterior?
Creo, de todos modos, que nuestra fe de cristianos chinos puede consolar al Papa. No hablaré de política, que es siempre transitoria.
 
De la intervención de Mons. Joseph WERTH, S.I., Obispo de Transfiguración en Novosibirsk (FEDERACIÓN RUSA)

En el siglo XX, este país ha visto la más tremenda persecución de la fe. La estructura externa de la Iglesia fue completamente destruida. Sólo las pequeñas comunidades y las familias individualmente pudieron conservar la fe.
 
De la intervención de Mons. Mario GRECH, Obispo de Gozo (MALTA)

Como observa el Santo Padre en la homilía de apertura de este Sínodo, el matrimonio como unión de amor fiel e indisoluble entre el hombre y la mujer “constituye en sí mismo un Evangelio, una Buena Noticia para el mundo actual”. A continuación, el Santo Padre ha afirmado que “el matrimonio está llamado a ser no sólo objeto, sino sujeto de la nueva evangelización.”
Mientras la Iglesia sigue proclamando este Evangelio del matrimonio, no podemos dejar de constatar la dolorosa realidad de tantos matrimonios que, desgraciadamente, acaban mal. Aun reconociendo las dificultades, creo que es fundamental estar hoy presentes como Iglesia en la vida de tantas parejas de hecho, o divorciados que se han vuelto a casar, que quieren proseguir un camino de fe con toda la Iglesia. Para las parejas de hecho que sienten la enseñanza del Magisterio como una losa sobre sus cabezas y sus corazones, y tienen dificultad de reconciliarse con la Iglesia, y quizá con Dios, el tener a la Iglesia caminando junto a ellos se revela verdaderamente como una buena noticia para ellos. Experiencias de este tipo hacen ver que “la Iglesia está cerca de quien tiene el corazón herido”.
Aunque no estén en perfecta comunión con la Iglesia a causa de su irregularidad, muchos de ellos aman y creen en el Señor y en la Iglesia. Diría que estas parejas esperan hoy, de este Sínodo, un “mensaje imperial”, una palabra iluminante como la que pronunció el Santo Padre en Milán: “En realidad, este problema de los divorciados y vueltos a casar es una de las grandes penas de la Iglesia de hoy. Y no tenemos recetas sencillas... Y luego, por lo que se refiere a estas personas, debemos decir... que la Iglesia les ama, y ellos deben ver y sentir este amor. Me parece una gran tarea de una parroquia, de una comunidad católica, el hacer realmente lo posible para que sientan que son amados, aceptados, que no están «fuera» aunque no puedan recibir la absolución y la Eucaristía: deben ver que aun así viven plenamente en la Iglesia” (2 de junio de 2012).
 
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