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La nobleza de la vejez narrada por Gipo
Una catequesis animada, a cargo de los más famosos personajes de la Fábula, dio comienzo al Encuentro del Santo Padre con los ancianos y abuelos



El duende Gipo y el hada Ariele introdujeron el Encuentro con el Papa Francisco y los millares de abuelos con sus nietos en la plaza de San Pedro el domingo 28 de septiembre. Los dos personajes, caras conocidas de Rai YoYo, interpretados por Oreste Castagna y Greta Pierotti, dieron vida a cinco pasajes escriturarios que narran los dolores y las alegrías de algunas parejas bíblicas de ancianos. Al final de cada narración, las palabras breves e incisivas de don Romano Martinelli, un breve testimonio vinculado al mundo de la vejez, y varios momentos musicales.
 
Entre los episodios narrados, uno de los más bellos fue seguramente el de Eleazar, que Ariele ha presentado de este modo: “En aquel tiempo, los hebreos estaban bajo el dominio de Antíoco IV, que prohibió el culto al Dios de Israel, bajo pena de muerte. El pueblo hebreo se rebela ante esta imposición; la respuesta de Antíoco es violenta y la rebelión es sofocada con la sangre. Como el personaje del que se trata es muy apreciado por el pueblo, los emisarios del rey invasor eligen a Eleazar para dar ejemplo a todos los Hebreos. Le obligan a comer alimentos prohibidos y Eleazar los rechaza. Otros hebreos intentan convencerlo para que coopere con el enemigo, haciendo como que come los alimentos prohibidos”.
Ahora es el turno de Gipo, que cita literalmente a Eleazar cuando, no cediendo a ninguna presión, se dirige hacia la muerte: “No es digno para un anciano el disimular, pues muchos jóvenes correrían el peligro de pensar que a los noventa años Eleazar se ha convertido al culto de los idolatras, se perderían por mi culpa y yo no haría más que atraer deshonra y mancha a mi vejez. Es por esto – prosigue – que abandonando ahora esta vida, me mostraré digno de mi edad y dejaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que sean capaces de afrontar con solicitud y nobleza la muerte a causa de las santa y venerable ley”.
El comentario de don Romano, lleno de admiración ante tanto amor, es el siguiente: “Este anciano mártir educa a los jóvenes a la vida a través de la propia muerte. Respira con los dos pulmones de la fe: ¡recordar y transmitir! Es mejor dejarse la piel que abandonar la Alianza que es la vida. ¡Una narración de coraje y de resurrección! El autentico anciano enseña a…morir para vivir”.
 
 


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