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Viernes Santo, Pasión del Señor   versione testuale


Lo que hace que este viernes sea "santo" no es el sufrimiento de la muerte en la cruz, sino el amor "hasta el extremo", que condujo al Hijo de Dios a morir en la cruz. Este amor es más fuerte que la muerte, porque sabe abrazar la muerte y vencerla con el amor. Es el único día en el que no se celebra la Misa: el Sumo Sacerdote, el mediador entre el cielo y la tierra, tiene las manos clavadas, está suspendido entre el cielo y la tierra y grita la oscuridad y el silencio del cielo en una tierra que se ha convertido en tinieblas. El crucifijo es el Dios despojado, aniquilado, dado por completo; es el Dios de todos, sin distinción, el Dios incluso de los ateos, o de aquellos que son incapaces de expresar su fe porque de alguna manera ellos también están clavados, pobres, indefensos, víctimas.
 
Todos ante la cruz, pero también todos en la cruz. "Ánimo - escribió don Tonino Bello – tú que sufres clavado a una silla de ruedas. Ánimo, tú que sientes la mordedura de la soledad. Ten fe, tú que bebes el amargo cáliz del abandono. No jures, hermana, tú que te ves cada día más aniquilada por un mal que no perdona. Enjuga tus lágrimas, hermano, tú que has sido apuñalado por la espalda por aquellos que pensabas eran tus amigos. No estés abatido hermano pobre, tú que no cuentas para nadie, a ti que nadie te cree y que, en lugar de pan, te ves obligado a tragar bocados de amargura".
 
 
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