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El termómetro de la familia   versione testuale
El Papa Francisco en la audiencia: "Si en la mesa no se habla pero se ve la televisión, o el smartphone, es una familia ‘poco familia’”


"La convivialidad es un termómetro seguro para medir la salud de las relaciones: si en la familia hay algo que no está bien, o alguna herida escondida, en la mesa se percibe enseguida". Esto fue lo que dijo ayer por la mañana el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro al inicio de la audiencia general. "Compartir y saber compartir – prosiguió - ¡es una virtud preciosa! Su símbolo, su “ícono”, es la familia reunida alrededor de la mesa doméstica. El compartir los alimentos – y por lo tanto, además de los alimentos, también los afectos, los cuentos, los eventos… - es una experiencia fundamental. Cuando hay una fiesta, un cumpleaños, un aniversario, nos reunimos alrededor de la mesa. En algunas culturas es habitual hacerlo también por el luto, para estar cercanos de quien se encuentra en el dolor por la pérdida de un familiar".
 
"Una familia que no come casi nunca juntos, o en cuya mesa no se habla pero se ve la televisión, o el Smartphone – añadió el Papa Francisco - es una familia ‘poco familia’. Cuando los hijos en la mesa están pegados a la computadora, al móvil, y no se escuchan entre ellos, esto no es familia, es una pensión".
El Papa Francisco seguidamente aclaró que "en nuestro tiempo, marcado por tantas cerrazones y tantos muros, la convivialidad, generada por la familia y dilatada en la Eucaristía, se convierte en una oportunidad crucial" y "debemos encontrar el modo de recuperarla; en la mesa se habla, en la mesa se escucha. Nada de silencio, ese silencio que no es el silencio de las religiosas, es el silencio del egoísmo: cada uno tiene lo suyo, o la televisión o el ordenador… y no se habla. No, nada de silencio. Recuperar esta convivialidad familiar aunque sea adaptándola a los tiempos. La convivialidad parece que se ha convertido en una cosa que se compra y se vende, pero así es otra cosa. Y la nutrición no es siempre el símbolo de un justo compartir de los bienes, capaz de alcanzar a quien no tiene ni pan ni afectos. [...]Cuando no hay convivialidad hay egoísmo, - subrayó- cada uno piensa en sí mismo. Es tanto así, que la publicidad la ha reducido a un deseo de galletas y dulces. Mientras tanto, muchos hermanos y hermanas se quedan fuera de la mesa. ¡Es un poco vergonzoso! ”No?".
 
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