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La familia en el Sínodo/19   versione testuale
Viernes, 19


De la AUDICIÓN DE LOS OYENTES
 
Rev.da Hna. Mary Prema PIERICK, M.C., Superiora General de las Misioneras de la Caridad (INDIA)

En numerosos países las hermanas llevan medicinas a los pueblos del interior, donde no conocen a Jesús. Acogemos a los enfermos más graves en nuestras casas, donde reciben tratamiento principalmente para la tuberculosis. Durante el tiempo que están con nosotros comparten los momentos de oración con las hermanas. Escuchan la Palabra de Dios, asisten a la Santa Misa y la Adoración eucarística. Conocen al amor misericordioso del Señor hacia ellos y aprenden a rezar el rosario. Sus preguntas más profundas sobre la vida reciben una respuesta. Cuando regresan a su pueblo cuentan su experiencia de Jesús a su familia y a sus vecinos.
 
Prof. Yong Suk Francis Xavier OH, Secretario General de la "Catholic Lay Apostolate Council of Korea" (COREA)

La Iglesia necesita “una constante renovación interior, una continua progresión”. La cuestión es cómo hacerlo. En este sentido, se espera mucho de las parroquias y las familias. Un Padre coreano me contó el caso de una joven que se convirtió al Budismo. Era hija de padres católicos devotos y su hermano era un fraile salesiano, que ahora trabaja como psiquiatra para los jóvenes. Estaba considerada como alguien que había crecido en una familia evangelizada. Cuando le preguntaron “'por qué razón decidiste convertirte al Budismo?” respondió: “como católica, siempre me sentí como si me faltara algo. Un día, en un autobús, oí a un monje budista que hablaba por la radio. Sentí que lo que estaba diciendo podía ser verdad, así que pedí una serie de cintas grabadas con sus conferencias”. Lamentablemente no había logrado encontrar la “fuente del pueblo” que habría saciado mejor su sed de satisfacción espiritual.
 
Rev.do P. Emmanuel TYPAMM, C.M., Secretario General de la "Confédération des Conférences des Supérieurs Majeurs d'Afrique et de Madagascar - CO.S.M.A.M." (CAMERÚN)

Si la familia sigue siendo un lugar privilegiado para el anuncio del Evangelio, es tiempo de que nos preparemos, consagrados y laicos, para ponernos al servicio de unos y otros, cada uno con sus propios talentos; esto nos ayudará a nosotros, consagrados, a no caer en la tentación de creernos superiores a los demás en la Iglesia de Cristo que es Iglesia-familia.
 
Prof. Carl Albert ANDERSON, Caballero Supremo de la Orden de los Caballeros de Colón (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)

La familia cristiana es esencialmente misionera. Pero su misión, que fluye de su naturaleza, es mucho mayor que cualquier actividad de evangelización externa, o reforma social o política en las cuales las familias cristianas se comprometan. Cada una de estas actividades dará realmente fruto si nace de la misión fundamental, que sitúa a la familia basada en el matrimonio sacramental en el corazón de la misión propia de la Iglesia. Con palabras de Juan Pablo II, “la familia tiene la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor”, el amor que es un reflejo de la comunión trinitaria y que participa “del amor de Dios por la humanidad” (cfr. Familiaris Consortio, nº 17). En la misión evangelizadora de la Iglesia, sólo el amor es “eficaz”, el amor del Señor, crucificado y resucitado. Los esposos cristianos reciben este amor primero como un don divino y una tarea. Ninguna acumulación de influencia o poder mundanos puede ocupar el lugar de este don. Como observa el Instrumentum Laboris, este amor, que la familia tiene la tarea de vivir y comunicar, es el motor de la evangelización. Es lo que permite el anuncio del Evangelio que “impregna y transforma todo el orden temporal, asumiendo y renovando las culturas” (nº 92). Sólo este amor, si las familias lo viven de modo auténtico, puede ser el fundamento de una renovación de aquella cultura auténticamente humana que el beato Juan Pablo II llamó la “civilización del amor”. Muchos de nuestros pastores son cada vez más conscientes de la apremiante necesidad de una nueva evangelización de la familia cristiana, para ayudarla en su misión de “ser lo que es” (cfr. Familiaris consortio, nº 17), un icono de la comunión de Dios. Esta es la única manera de que la familia pueda ser un lugar de curación y de humanidad para los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Por encima de todo, las familias necesitan la ayuda pastoral para ser conscientes de lo que son: una “comunidad salvada y salvadora” (cfr. Familiaris consortio, nº 49), una realidad sacramental en el corazón de la misión evangelizadora de la Iglesia.
 
Sra. Gisèle MUCHATI, Responsable Regional del Movimiento "Famiglie Nuove" (SIRIA)

Con mi familia tratamos de poner en práctica la caridad, transmitiendo la fe cristiana en lo que tiene de más vital: la relación personal con Dios, con Jesús, que surge de manera siempre nueva de la oración individual y en familia ,y del amor al prójimo. Compartimos este camino con muchas otras familias (las Familias Nuevas) en Siria que se dedican, de manera individual y colectiva, a vivir el Evangelio y a anunciarlo luego en sus contactos personales así como en pequeños encuentros, sin olvidarse de los retos educativos, económicos y culturales que atraviesan las familias cristianas en Siria. Gracias al empeño de las Familias Nuevas, desde 2005 funciona en Siria el proyecto para las Adopciones a distancia locales, que ayuda mensualmente a varios niños, y una escuela para niños sordomudos, cristianos y musulmanes, nacida del trabajo generoso de un matrimonio. En la tragedia que el país está viviendo actualmente, las Familias Nuevas se abren junto a muchas otras personas a las necesidades de los refugiados, tratando de mantener viva a cualquier precio la fe en Dios para quien nada es imposible.
 
Sra. Patricia Ngozi NWACHUKWU, L.S.M., Ilustre Presidenta de las Damas de San Mulumba (NIGERIA)

La familia es muy estimada en África, y sobre todo en Nigeria. Es la primera escuela de evangelización organizada. El sacramento del matrimonio necesita amor incondicional, papeles complementarios de los cónyuges, capacidad de perdonar y compartir. Estos atributos están custodiados en el código no escrito de la vida familiar. En este bonito escenario, las familias rezan juntas y el amor de compartir lo disfrutan también los hijos del matrimonio. La familia es, por tanto, un sitio ideal para impartir la enseñanza catequística y social de la Iglesia. En este escenario, la madre asume muchas veces el papel incontestado de catequista. El papel más importante de la mujer nigeriana es que está siempre con los niños, supervisando su crecimiento hasta la edad adulta.
 
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