Es un “gran mal” el que se cierne sobre sociedad de Papua Nueva Guinea y de las Islas Salomón. Se trata de una creciente falta de respeto por los demás y por la vida humana. Lo afirma la Conferencia episcopal de Papua Nueva Guinea y de las Islas Salomón, en un carta pastoral titulada, “Evangelización en y a través de la familia”, publicada al concluir la asamblea plenaria que tuvo lugar, hace algunos días, en Port Moresby.
“En el documento – informa la agencia Fides- los obispos subrayan con preocupación las múltiples formas de violencia difundidas en la sociedad: desde el homicidio hasta el aborto, desde el estupro hasta los conflictos tribales, desde la violencia doméstica hasta los abusos sobre menores, pasando por la brujería, la tortura, la corrupción, la dependencia al alcohol y a las drogas y la pornografía”. Para combatir dicha cultura, según los obispos, es necesario y urgente “un ejército potente y bien disciplinado” hecho de “sacerdotes, religiosos, laicos, familias, grupos y movimientos eclesiales y de todos aquellos que se reconocen discípulos de Jesucristo”.
En particular, los obispos deploran la poligamia, aún muy difundida en ambas naciones, que “viola el significado del matrimonio cristiano y envilece la dignidad y el valor de las mujeres que son vistas como simples bienes de los hombres ricos y potentes”. Es condenada la costumbre de los “niños compartidos” en el interior de las familias alargadas o de un pueblo. En algunos casos –denuncia el episcopado-, los menores son incluso vendidos a personas extrañas a la familia.
Durante los trabajos de la asamblea plenaria, los obispos de Papua Nueva Guinea y de las Islas Salomón han electo presidente de la conferencia episcopal a monseñor Arnold Orowae, obispo de Wabag; y vicepresidente al arzobispo de Mandang, Stephen Joseph Reichert.
