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Los matrimonios mixtos en Líbano/1   versione testuale
Documento de la comisión Episcopal para la Familia y la Vida



La Comisión Episcopal para la Familia y la Vida en Líbano, instituida por la Asamblea de los Patrarcas y Obispos católicos en colaboración con el Pontificio Consejo para la Familia, ha publicado el documento: “Los matrimonios mixtos en Líbano. Realidad y desafíos”.
El texto es el resultado de una investigación comenzada en febrero de 2010, con un encuentro inernacional en Beirut sobre el tema, y siguiendo las indicaciones del Encuentro Mundial de Milán con el Papa Benedicto XVI sobre el tema “La familia, el trabajo y la fiesta” (2012). En el encuentro de Beirut participó el Cardenal Ennio Antonelli, entonces Presidente del Pontificio Consejo para la Familia.
 
En la introducción, el Presidente de la Comisión, Antoine-Nabil Andari, presenta la situación de la sociedad y de las familias libanesas, con una marcada pluralidad confesional: están presentes dieciocho comunidades religiosas reconocidas, con un número elevado de matrimonios mixtos. En este contexto plural, «el matrimonio tiene una función de encuenro y también de limitación de las comunidades y de sus miembros». Para la teología de la Iglesia, «lleva a cabo el misterio de la vida y de la comunión entre personas y con Dios». El matrimonio cristiano «participa en el misterio de la creación» y es «el icono visible de las relación de amor entre Cristo y su cuerpo, la Iglesia, y es en esta relación que ella encuentra sentido».
 
Hay cuatro tipos de matrimonios, desde el punto de vista de la Iglesia: el eclesial (canónico), el “dispar” (interreligioso), el “mixto” (intercristiano), el civil (ético). Desde el punto de vista teológico son todos válidos. Los tres primeros se celebran en la Iglesia.
«El sentimiento de amor, la voluntad de vivir para siempre juntos y de compartir alegrías y preocupaciones oculta las importantes diferencias entre los esposos de distinta fe. El matrimonio mixto –sobre todo el interreligioso- plantea la cuestión de la base cultural y humana común necesaria para la vida de pareja», que se manifiesta en la vida cotidiana y sobre todo con el paso de los años. «Con frecuencia la buena voluntad no es suficiene para suplir la falta de una fe común».
 
En particular, en los matrimonios entre cristianos y musulmanes, puede ser un problema la diversas concepción del hombre y de la mujer. Los hijos numerosos son, para los musulmanes, una bendición de Dios y su educación no es confiada sólo a la madre, sino a toda la comunidad de mujerres. En la concepción islámica tradicional, de sociedad patriarcal, el padre transmite la religión a los hijos y, por lo tanto, es improbable que una mujer pueda educar a sus hijos en la propia fe. Para los musulmanes, el matrimonio con una pareja de diversa religión con frecuencia implica el alejamiento de la comunidad de origen. Esto puede suponer una presión para que la parte cristiana se convierta al islam. Además, el matrimonio celebrado con rito cristiano de una pareja islamo-cristiana no es válido para los musulmanes.
También en los matrimonios mixtos (entre católicos y no católicos) se dan dificultades relativas a las diferencias de mentalidad. Se celebran con una dispensa de la autoridad eclesiástica, concedida cuando los futuros esposos son conscientes de la naturaleza y finalidad esencial del matrimonio, y la parte católica se compromete a bautizar a los hijos y a educarlos en la fe católica.
 
La intervención de saludo y a las conclusiones del Cardenal Ennio Antonelli
 
 
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