Cristo ha resucitado. Y también la familia resucitará. Que la familia resurja de la Pascua, que es el misterio de un Amor que ha derrotado al pecado y a la muerte.
Todo deseamos vivir para siempre en el amor. Que esta Pascua sea un motivo preciso para redescubrir la raíz más profunda y verdadera de nuestras familias y restituir a nuestra vida cotidiana la dimensión intensa y amplia que Jesús resucitado ofrece a cada hombre en su felicitación de paz a todos.
El Papa Francisco exhorta a ayudarnos unos a otros. Es esta invitación que me lleva a decirle a tantas familias heridas que es posible resucitar, que nada está perdido. No olvidemos que también Jesús resucitado llevaba aún las heridas en su cuerpo.
En los días pasados he podido reunirme con el Papa Francisco. Estaba conmigo también mi madre, que el Papa ha abrazado y besado con ternura. Me ha asegurado su recuerdo personal para las familias del mundo y ha animado al Pontificio Consejo a continuar la obra de servicio y cercanía a todas las familias, cristianas o no.
La familia sigue siendo la buena noticia de Jesús al mundo. Deseo a todas las familias resucitar junto a Jesús.
