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La persona es la regla suprema   versione testuale
Los Obispos de Nueva Zelanda presentan una propuesta para el Preámbulo de la reelaborada Constitución



Nueva Zelanda, miembros de la Commonwealth, bajo el Gobierno de Inglaterra, no tiene una Constitución escrita, sino sólo un cuerpo legislativo y de reglamentos administrativos. Por eso, en 2011, fue constituida una Comisión consultiva nacional, formada por doce miembros, que antes de fin de año deberá presentar al Gobierno propuestas y sugerencias de la sociedad civil para la elaboración de la Constitución, definida como la «regla básica para la pacífica convivencia». La Conferencia Episcopal de Nueva Zelanda, presidida por el Arzobispo de Wellington, mons. John Atcherley Dew, ha presentado una propuesta de Preámbulo.
  
La propuesta de los Obispos neozelandeses es que «la ley, la racionalidad contractual y económica, proporcione las bases necesarias pero no suficientes de la sociedad post-industrial; éstas deben ir acompañadas recíprocamente de las obligaciones morales, en el sentido del bien común y de la verdad, que se fundan en las costumbres de vida que van más allá de la racionalidad calculadora» y constituyen «la cultura de una nación». «La libertad no está en la ausencia de valores», escriben los prelados. «La verdad no se puede reducir a opiniones». «El deseo y el deber de buscar la verdad constituyen el terreno común para el diálogo».
 
Al definir «los valores que constituyen el vivir juntos en sociedad», reconociendo la propia «gratitud a los hombres y a las mujeres que han dado la propia vida para defender la nación, y las otras naciones, de las falsas ideologías, de las injusticias y de las agresiones», los Obispos sugieren insertar en la Carta una referencia explícita al «compromiso por la justicia, la paz, la verdad y la reconciliación», también a través de la tutela de los derechos de la «población nativa» de los Maoríes, la promoción del bien común y la defensa de la unidad nacional, la creación de las condiciones sociales y económicas que permitan incluso a los ciudadanos «menos hábiles» la realización personal como contribución a la entera sociedad. La Iglesia neozelandesa reclama los valores compartidos, para ser incluidos en la Constitución: «el ejercicio responsable de la libertad, la experiencia de la solidaridad, la creación de igualdad de oportunidades, la práctica del perdón y de la compasión en las relaciones personales y en el ámbito económico, y la protección de la Creación».
 
«Nos comprometemos por una sana cultura nacional, a través del respeto de la innata dignidad de la persona y la tutela de la vida», leemos en el documento de propuestas, que cita como conclusión un antiguo proverbio en lengua maorí: «He aha te mea nui o te ao? He tangata, he tangata, he tangata» (“”Qué es lo más importante del mundo? La persona, la persona, la persona").
 
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