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Abrazar a las familias de la calle   versione testuale
Monseñor Paglia participó en el Simposio Internacional sobre la pastoral de la calle, que se celebró en el Vaticano del 13 al 17 de septiembre: "Que la Iglesia y las familias acojan a todo aquel que esté necesitado de fraternidad"


"La cifra comúnmente aceptada cuando se habla de niños de la calle es aproximadamente de 100 a 150 millones en todo el mundo. Los datos también muestran que desde principios de los años 90 el fenómeno se ha convertido en un fenómeno urbano, en todos los lugares del mundo, y se presenta con mayor crudeza en las grandes ciudades, especialmente en el hemisferio sur. Es el amargo fruto de un proceso doloroso y gradual de un sistema neoliberal y colonizador que confía sólo en la ley del mercado".
 
Estas fueron las palabras de Monseñor Vincenzo Paglia, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, en su intervención realizada durante el Simposio Internacional sobre la pastoral de la calle "Plan de acción a la luz de las enseñanzas del Papa Francisco", organizado por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, que se celebró en el Vaticano del 13 al 17 de septiembre.
En su discurso, titulado "Familia de los niños y de las mujeres de la calle a la luz de la enseñanza del Papa Francisco", Monseñor Paglia en un primer momento ilustró con datos precisos el fenómeno preocupante de aquellos miembros de las familias pobres y disgregadas que terminan en la calle, constantemente oprimidos por abusos y violencias. Las mujeres víctimas de la prostitución son más de 240 millones en el mundo, “cuya actividad anual hace ganar a sus explotadores unos 10 mil millones de dólares"; mientras que "un número creciente de hombres solicita el servicio de las prostitutas más porque quieren dominar que por satisfacción sexual".
En la segunda parte de su intervención, el Presidente del PCF se dejo guiar por la experiencia humana y por el magisterio del Papa Francisco, recordando su deseo de "una Iglesia que, a través de una red de comunidades familiares, ofrezca una reapertura transversal que acoja a todo aquel que está necesitado de fraternidad, descartando el familismo de "dos corazones y una cabaña". Y todo esto en la línea de una nueva y emocionante llamada a las familias; llamada a abrir su corazón y sus brazos, para que nadie permanezca excluido. Es una historia que comienza en Nazaret, como nos dice el Papa Francisco en sus catequesis. Pero que ha de llegar muy lejos".
 
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